Cuando llega el verano, muchos procuramos desaparecer de Madrid con la esperanza de encontrar calma y tranquilidad en nuestros rincones favoritos. Yo, personalmente, busco refugio en los densos bosques y valles del norte. En ocasiones, se muestran generosos regalándome rastros de lo habitado para poder compartirlo con vosotros.
Asturias es una región increíblemente mágica que ayuda a perderse, acompañado únicamente de la imaginación, por tantos siglos de historia y naturaleza.
El retrato se convierte en la piedra angular que da sentido y entrelaza el lugar con la persona; gentes, paisajes, localizaciones y antiguas historias contadas por unos rostros, que a golpe de arruga, han ido labrando su camino.
Investigo lazos, me pongo en su piel, intento vivir su contexto, comprenderlo y así, ser capaz de encontrar la magia más allá de lo hedónico.
Lugares que dejan de ser físicos para convertirse en un instrumento de la ensoñación, donde
reflexionar.
Historias de una tierra que rezuma vida y merece ser contada.
Si os soy sincero, estos sitios algo tienen que me puede, me remueven hacia ese vacío donde nace el silencio. Espacios que viven ahogados por la necesidad de contar y ser escuchados. Refugios prehistóricos, cobijos en tiempo de guerra, antiguos molinos de agua, rastros de vida aún latentes hoy a través de ese tiempo que se nos escabulle en la rutina diaria.
Me apetecía contaros esto y aprovechar para dar las gracias a gente como:
La Casona de Amandi; con su precioso alojamiento de época, al pie de Villaviciosa.
Los Caserinos; con su variedad de productos lácteos ecológicos que nos tiene acompañado en alguna inauguración.
Sidra Cortina; llagar de sidra, abierto al público para visitas en Villaviciosa y con una propuesta muy amplia que están conquistando el mercado internacional.
La Casona de Xiranes; una “casita” de muñecas en medio de los valles de Cabranes.
Investigo lazos, me pongo en su piel, intento vivir su contexto, comprenderlo y así, ser capaz de encontrar la magia más allá de lo hedónico.
Lugares que dejan de ser físicos para convertirse en un instrumento de la ensoñación, donde
reflexionar.
Historias de una tierra que rezuma vida y merece ser contada.
Si os soy sincero, estos sitios algo tienen que me puede, me remueven hacia ese vacío donde nace el silencio. Espacios que viven ahogados por la necesidad de contar y ser escuchados. Refugios prehistóricos, cobijos en tiempo de guerra, antiguos molinos de agua, rastros de vida aún latentes hoy a través de ese tiempo que se nos escabulle en la rutina diaria.
Me apetecía contaros esto y aprovechar para dar las gracias a gente como:
La Casona de Amandi; con su precioso alojamiento de época, al pie de Villaviciosa.
La Casona de Xiranes; una “casita” de muñecas en medio de los valles de Cabranes.
Otro día os seguiré contando historias de mi tierra.
Gracias por estar al otro lado y acompañarme en cada proyecto.
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