JULIO LÓPEZ HERNÁNDEZ. El poder de las manos.
El realismo trascendente define la obra del artista madrileño, uno de los renovadores de la escultura española contemporánea.
Hijo y nieto de orfebres, formado en la Escuela de Artes y Oficios cuando las calles se teñían de gris en la posguerra madrileña, en 1949 ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. A pesar de algunos reveses de la vida, Julio López Hernández (Madrid, 1930) ha sido siempre un realista ilusionado.
Su natural conocimiento del Arte esconde sin afectación la enjundia de un nombre que llenó buena parte del panorama escultórico español durante la segunda mitad de siglo XX. Vocal del Real Patronato del Museo del Prado, Miembro de la Real Academia de Bellas Artes, Premio Nacional de Artes Plásticas por mor de otros merecidos galardones. Sobre él han escrito plumas de indudable prestigio, Antonio Bonet Correa, Calvo Serraller; se han celebrado más de un centenar de exposiciones relevantes, y desde los años 60 hasta hoy ha sido objeto de atención para galeristas fundamentales como Juana Mordó, Juana de Aizpuru y Leandro Navarro, además de estar representado en los mejores museos españoles y varias colecciones internacionales.
Entrevista completa en la edición impresa.
EL EDÉN DE LILLY SCARPETTA.
En la colección de la mecenas colombiana están
representados los autores más brillantes del arte actual.
<< la luz entra a raudales por unos amplios ventanales,
hay jarrones con liliums blancos por doquier y un abrumador surtido de
obras de arte embriaga la mirada. En apenas unos metros identificamos
una de las spin paintings de Damien Hirst, un Tàpies poblado de
enigmáticos pictogramas, una de las turbadoras criaturas de Juan Muñoz,
una maqueta con hilo de pescar de Carlos Garaicoa; un exuberante lienzo
de Juan Uslé, y una escultura en latón de David Rodríguez Caballero; y
eso sólo en el vestíbulo… >>
Entrevista completa en la edición impresa.